CARNE en los MÁS PEQUEÑOS.

Quiero que reflexionemos por un momento. Nuestra dentadura es la que nos dice si nuestro sistema digestivo está preparado para asimilar ciertos alimentos. Así, los molares y premolares están diseñados para moler los cereales; los incisivos para cortar frutas y verduras; y los caninos para cortar la carne y el pescado.
Es imposible que un bebé sin la dentadura completa pueda asimilar la carne.
Por tanto, la vida de un bebé en los dos primeros años de su vida tiene las capacidades de masticación y de digestión inadaptadas a las características de la carne. Su intestino es muy permeable y su flora intestinal todavía no está totalmente desarrollada por tanto es imposible que digiera las proteínas animales y el gluten de trigo y centeno.
No soy partidaria de introducir la carne antes del año de vida y la retrasaría hasta la aparición de sus colmillos y muelas ya que nos revelan que su aparto digestivo ha llegado a un estado suficiente de madurez.
Si seguimos el curso de nuestro desarrollo, es a los siete años de edad en la niña y a los ocho en el niño, cuando nuestro hijo tiene todos su órganos desarrollados, los dientes de leche son reemplazados por los permanentes y puede entonces compartir la alimentación del adulto pero siempre controlando el uso de sal.

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